UN HOMBRE SALVAJE
31.10.2015 22:46
Un Hombre Salvaje es aquel que se atreve a curar sus heridas y disolver sus proyecciones, que se atreve a llorar su dolor y toma conciencia de cómo su existencia defensiva le ha protegido del amor. Un hombre que permita que se le rompa la coraza de su corazón y deje que brote un amor tan inmenso como el océano, que es lo que tiene para ofrecer a la mujer, para amarla plenamente, sin reservas. Cuando un hombre entrega su corazón se convierte en una fuerza asombrosa, se vuelve fértil; cuando integra su parte femenina intuitiva se vuelve inspirador. Al enfrentarse a la propia herida con compasión, al entregar su corazón el hombre lo gana todo, se completa. Ya no le teme a la fuerza salvaje de la mujer ni a los ciclos Vida/Muerte/Vida. Cuando integra su espíritu salvaje restituye su lugar de dignidad.
Es necesario un corazón dispuesto a morir y nacer, y a volver a morir y nacer una y otra vez. Un hombre que prefiera arriesgarse a explorar un territorio desconocido a permanecer en el seco y cómodo espacio conocido, a sabiendas de que aquello que teme es precisamente lo que le ayuda a sanar. Hay un guerrero espiritual en aquellos hombres que en su interior saben que quieren vivir, exponerse, entregarse, arriesgarse a abrir el corazón y amar. Un guerrero sabio que no tiene miedo a la muerte.
Algunas personas tienen el privilegio, después o mientras realizan un profundo trabajo interior, de crear un amor encarnado, hecho de pasión, confianza, afecto y compromiso. Una relación que se experimenta como una oportunidad de expandir el corazón y aprender a amar más profundamente. El otro es un buen amigo, alguien en quien confiar y ante quien desnudarse emocionalmente para mostrar las heridas y carencias sin temor. Una relación en la que comunicarse íntimamente, sin máscaras ni juegos defensivos. Al dejarse ver, al amarse de esta manera, al vivir una sexualidad sagrada se sanan mutuamente. En el compromiso de crecer juntos se transforman uno al otro y transforman su realidad. Sabiéndose seres completos en proceso de crecimiento se embarcan en un viaje de autoconocimiento en el que descubren en el compañero, en la compañera un “tesoro espiritual”. En la intimidad renuevan su amor mirándose a los ojos, aullando al unísono, dejándose conmover por el alma salvaje del otro. La relación es una vía espiritual para despertar a la totalidad de su Ser. Un vínculo así es una verdadera fuerza de la naturaleza.
Mujeres que corren con lobos